08 febrero, 2008

Una vida de perros.

Un papel roto,
una caja vacía,
fotos dispersas
y una silbante letanía.

Levanta de a poco su bolso,
donde lleva todo en cuestión,
camina gritando al mundo,
y saboreando un pomposo sabor.

Balancea su mano distante,
llenas de heridas petulantes,
¡Qué asco!
¡Qué horror!
Es un pobre viejo,
un maldito pobretón.

Entra en el sucio antro,
que huele a cerveza y perdición,
clama por su "dosis" en la barra,
¡Canta hermano, canta una canción!

¡Un salud por la vida!
¡Dos por la excelente canción!
¡Dame otra, buen cantinero!
¡Dame otra, por la decepción!

La botella se acerca,
el suelo gira,
toma la puerta rápido,
tómala que te hace una seña,
ágarrate fuerte,
apreta sin cuidado,
no vomites la cera.

¡Pobre viejo!
¡Pobre bonachón!
Vuela por los aires,
riendo, bebiendo,
clamando por su vida,
clamando por un mundo sin amor,
llora de repente,
pero llora sin sanción.

Hola amigo,
hola pequeño mordelón,
toma conmigo esta copa,
canta conmigo, panzón.

La vista nublada,
el cuerpo de jalea,
mira de pronto la azotea,
caes al fondo de esta oscura marea.

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