17 diciembre, 2007

¿Vida de Perros? No al maltrato.



Texto antiguo, subido a mi flog. Algo para que los animales de esta sociedad - y digo animales a todos esos seudohumanos -, que lo más probable no lo lean, ya que ni una neurona para eso les alcanza, reflexionen.
¿Tomar cartas en el asunto? Hay varias instituciones, que se sacrifican día a día para la protección de diversos animales, mientras nuestra mierda de clase dirigente duerme, o se afilan los dientes pensando en legislar a favor de si les va a llegar un milloncito más o un milloncito menos a sus bolsillos.
La iniciativa existe, depende de cada uno el apoyarla o simplemente seguir sentado de brazos cruzados, aplaudiendo a aquellos que realmente tuvieron el valor y la disposición de cambiar el mundo.

Saludos.


Foto extraída de: www.amnistianimalmadrid.org ( Si algo tienen los europeos, es que al menos van un paso adelante que nosotros. )

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"La verdad.. Max, no aguanto más esta situación" decía el muchacho mientras caminaba distraído, distante.
"Es como si todos me odiaran, como si la vida me diera vuelta la espalda.. El sol ya no brilla, la noche es cada vez más intensa bajo este mundo de sombras.."
Se detiene. Decididamente, corre veloz; sus músculos se tensan, siente la adrenalina correr por sus venas, los ojos, desorbitados, giran en torno al bulto, sus extremidades, cada vez más apretadas, cada vez más fuertes, cada vez más sádicas; dan un giro...
Vuelan los pájaros, queriendo huir de tal humillación, soñando con que nada de eso hubiese pasado, con que todo haya sido una vil y cruel pesadilla, con que la degradación humana sea sólo una degradación de sí misma. El aullido fue atroz.

Balbucea, el rojizo líquido vital se derrama ya por el suelo.
"¡No, definitivamente no! ¡¿Por qué tiene que ser todo así?! ¡¿Por qué todos tienen que estar en mi contra?!" Grita enardecido.
Sus manos, buscan a tientas por el pasto... "Sí, por aquí debe estar.. Siempre como ha sido.. Siempre donde ha estado.. Sí, por aquí ...".
Su mano levanta rápidamente el arma inexorable del destino redentor. El clavo da justo en el blanco, mientras el mango de madera se desastilla rápidamente frente a tan feroz impacto.
La risa y los aullidos se confunden en lo próximo del motor, aún caliente, del auto. Sí, ese auto tan odiado, ese auto tan querido, aquel que siempre llega y con su aire bencénico deja huellas en las carnes del muchacho.
"¡Ven aquí de inmediato!" grita el Padre furioso y con la correa en mano, espera al muchacho en su habitación.

Silencio.

Se escuchan llantos. Las ropas yacen desordenadas por el piso de la oscura habitación. Una lágrima cae silenciosa, cada vez más lento, cada vez más tortuosa, por la deformada cara del niño, otrora luz de angelicales sonrisas.
"¿Por qué tiene que ser siempre así?". Levanta un poco la mirada, mientras se desenmaraña. Lentamente, su mano recorre las llagas, fruto de la hermosa correa de cuero de su padre, quien, orgulloso, lucía en ceremonias y eventos sociales. "Su joyita" la llamaba.
Gime. Sin haberse dado cuenta, había introducido su dedo en la carne viva de su pierna. "¡Max!" llora el niño, mientras su perro, sangrando y a penas caminando, le lame las heridas de las piernas y los brazos.
"No.. Max..". El niño abraza al perro, llorando tranquilamente. "Max..". El precioso pastor alemán, de hermoso lustre blanco, ahora cubierto de rojas manchas, lame débilmente la cara del muchacho, se le acerca y cierra sus ojos.

Definitivamente, el clavo había dado justo en el blanco.

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