18 septiembre, 2007

Recuperando el pasado.

Así como lo dice el título, voy a recordar viejos escritos y también nuevos.

1.. 2.. 3..

1.. 2.. 3.. Pasos; movimientos desesperados; una lágrima cae por su mejilla.

Recuerdos de hoy y de ayer se fusionan en su mente, sombras recorren sus brazos, destapando yagas que ha querido ocultar por largos años; se mira y se dice, como quien habla con un infidente desconocido, una celestina invisible, una muñeca de trapo: “¿Sabes? Conseguí lo que quería y mírame.. aquí estoy.”

...”Un niño, sí.. un niño..”, le repetía él en su oído, casi susurrando, paciente y esperanzado. Ella, quien jamás lo había hecho, jamás había querido hacerlo, jamás hubiera querido pronunciarlo, mas ahí estaba y ya era inevitable; pero no, ya estaba todo consumado, se iban a casar y punto. Sí, así sería mejor, así lo tendría para ella sola. Sí, esa era la mejor determinación, bien se lo había ganado y los años le darían la razón.

1.. 2.. 3.. Un llanto quiebra el silencio, la armonía antes obtenida era ya sólo un flagelo alegre, tortuoso y delicioso: demasiado para ser verdad. Otro llanto, cada vez más desesperado, más ligero y a la vez más bello, era inevitable, debía acercarse.

El bulto sobre la cama parecía ya no moverse, mas ahí estaba, como un aguja del pasado, como una antorcha consumida que acusa el fulgor de un pasado claro y determinado. “Y aún así te quiero”.

... No, no podía ser así. Sus sueños, su vida, sus ideales.. ¿Qué podría hacer ahora? Lo había dejado todo, ¡todo! . Le rogó a Dios que la ayudara, pero éste con sus trompetas celestiales y sus ángeles pomposos sólo había reaccionado al igual que su padre: silencio. La habitación oscura, los vidrios rotos y las huellas del que antes había estado allí, viéndole comer y preguntándole acerca de la niña. Allí mismo, donde estalló la ola de perdición que le había arrebatado su hogar, su tranquilidad y su cariño..

1.. 2.. 3.. “Pero por suerte no estoy sola.. ¿cierto?”.

Pero nadie contestó.

Se incorpora y camina nuevamente sin rumbo, las sombras le siguen y las yagas del recuerdo se mantendrán ahí, hasta que el tiempo inexorable rompa con las barreras de la desesperación y en solidaria compañía, llegue el Alma, ansiosa de ser, de saber, de existir, entregándole una vez más, la tan ansiada compañía, hurtada, mas en fin, es una compañía.

Y la sombra caminó, y en su paso, arrastró el cuerpo, la casa y llanto.




Antiguo cuento, de hecho, uno los primeros que escribí.

Ahora voy a subir unos poemas que escribí mientras estaba en alemania, hace 2 años atrás aproximadamente.



Alas de Ángel, tormento del Cielo.

Es la primera lluvia,
la primera gota que mis ojos ven nacer bajo la concepción de mi propia tempestad.

Es la primera lluvia,
y mi tormento interior.

Cayéronse ya las verdes hojas del árbol,
cuán vivaz creció otrora,
y se marchitó con la nueva tempestad.

Viento y trueno se funden al comás de las nubes,
Viento y trueno me gritan con una voy abrumadora,
como el Padre muestra a su hijo,
lo errores que éste ha cometido.

Mas en la sombra del tormento,
se levanta hermosa figura,
oh, dama tan bella,
mas encierra amargura.

Cabellos finos de trigo,
de implacable brillo ancestral,
ojos profundos,
de profundo café oscuro,
es este ángel impuro.

Y lo miro sin observar,
pues lejos, allí en su trono,
se levanta orgulloso,
mas yo le imploro:

Que me deje pasar,
Que me deje mirarla,
Que pare de llorar,
y que me deje amarla.

Algo veo, algo siento,
Algo me nubla mis pensamientos,
Algo me abre los ojos.
Y veo...

Ella es la oscura manzana,
que la Discordia ha sembrado.
Que no me dice el cielo,
Que sí me tienta el infierno,
Y mi pasado glorioso,
yace en un baúl olvidado.

Qué porqué debo amarla?
Qué porqué he de llorarla?
Qué porqué tanto he dudado?
Eso sólo el Destino lo sabe.

Y si bien he hecho,
le ruego a Dios que interceda
y me dehe descanzar en su pecho.

Mas si a mi no me corresponde,
ser aquél, su consuelo;
llévene Dios al exilio,
de su amor...
Mi anhelo.



Sin lugar a dudas, fue un tiempo distinto, un tiempo extraño, donde convergían sensaciones, desilusiones, un sin fin de sentimientos y recuerdos que dan origen a rimas, versos y lágrimas..



Ella y..

Sentada junto a la ventana,
espera la hora en que su hado se cumpla,
espera la hora en que su alma se redima.

En su piel, las yagas vivas del recuerdo,
denotan su vacío, ahora, tan inmenso.
En sus ojos, el tunel del pecado,
carga inflexible del pasado.

Oh, tiempo que corres irreversible,
haz que mi carga no sea tan dura,
y que cuando llegue la hora,
borres con tus dedos las manchas de amargura.

Las mentiras que tejió,
ahora yacen por el suelo,
y en su ventana mira la lluvia caer afligida,
llanto del cielo,
llanto de su huída.

Como fuego helado,
recorren por sus pensamientos,
los amantes de antanio,
ahora, sólo vagos recuerdos.

Oh, Dios, dame el poder de transformar el frío en fuego,
para poder darme calor,
y el metal en agua,
que aplaquen la sed que tengo,
pues junto a mi cama,
se levanta nuevamente un ángel muerto.



Y ahora van algunos poemas sueltos.

Y qué más da...

¿Existirá aquel lugar donde el fuego se funda con el cielo,
donde la veracidad no sea sólo una ilusión fugaz,
donde el poder ser no esté enmarcado en el umbral de la demencia?

¿Existirá acaso aquella que todo lo es, que todo lo siente y que todo lo observa;
que entre más calla, más se expresa;
que entre más fría sea, más apasionado es su amor?

Y qué más da, si entre más me esfuerzo por escapar,
menos encuentro la salida a este infinito túnel de vivos colores,
mas oscuros ante lo fulgurante del estrepitoso lustre del amanecer;

Maldito túnel y maldita salida,
maldito aquél que lo construyó y maldita aquella tarde,
en que disfrazada de ternura, fundíase la daga mordaz de un horrendo ser,
otrora luz extravagante de finos y radiantes colores,
otrora ángel caído del cielo.

Y qué más da, si ya he de partir y conmigo, partirán aquellos irrevocables recuerdos del ayer,
que ahora he de recordar con júbilo, mas he de admitir
que de volver a vivirlos, no lo haría, pues aquella tortura dulce,
aquel dolor llamativo, ya no existe, ya murió, ya no lo siento,
ya no lo sufro.

Oh, cuándo he de descanzar de este martirio, ángel rojo.
Oh, cuándo me has de llevar a tu lecho, llama imperecedera.
Oh, hazme sentir una vez más que soy algo, algo que sabes qué es,
algo que vale lo que tú me haces valer,
algo que no es más que un reflejo, una ilusión.
Algo que sólo saber ser lo que tú le has dado,
Algo... que tomó vida y ahora soy yo.



En honor a América.

El Jardín



En un campo seco,
una blanca mano sembró
las mil y una semillas,
que el buen campesino cuidó.

La más ínfima,
felicidad llamada fue,
con especial cuidada la trataba
e incluso con mimo le susurraba:
"La más grande y gloriosa serás.
Los reyes, los pueblos y los ángeles
te codiciarán,
mas no te tendrán,
pues del pobre y del humilde,
del esforzado y el sincero,
del de lustre y el caballero,
serás."

La más delicada y celosa,
una de las semillas más hermosas,
la amistad fue,
entre su arcoiris de colores,
su abanico de fragancias,
el campesino reía y con dulzura le decía:
"Diversa siempre serás,
entre diversos colores,
donde la oscuridad y la luz se funden,
donde el sol y la luna se besen,
siempre has de estar,
sin distinguir,
sin discriminar."

De la nada,
de una negra semilla brotó,
una rosa de grandes espinas,
cuyo ser a las demás desanimó,
junto con dañarlas,
de a poco las tapó,
era la codicia,
que desde siempre existió,
en silencio ataca y de pronto,
a todas mata.

Al ver el campesino,
su bello jardín destrozado,
un largo suspiro soltó desconsolado.
La dama de blancas manos,
al campesino miró triste,
mientras lo observaba,
una lágrima rodó por su mejilla,
cuando cayó a la tierra,
apareció una nueva semilla;
América la llamó, y en ella
la vida descubrió.


Y finalmente, la "canción de bardo", que nació escuchando precisamente un tema de Blind Guardian "The Bard's Song".

Canción de Bardo

Con un grito en la noche
y un puñal ensangrentado,
comienza esta historia,
que jamás se debería haber contado.

Regresó de un largo viaje,
un viaje a tierras oscuras,
llevado por su búsqueda de onírica realidad.

Volvió con las manos negras,
en el pecho un glaciar,
y por todo su cuerpo,
llovía tempestad.

Luchó contra sus fantasmas,
renegó de su pasado
y ahora pide celemencia al cielo,
triste, solo y humillado.

Vistióse de caballero,
tomó su espada de saber,
y con estacas de hielo,
arremetió hasta más no poder.

Cayó entonces una niña,
de blanco pelo luminoso,
con su sonrisa infundía alegría,
deseos y fuerza,
mas ahora ya muerta,
invadía la pena, desolación y el llanto,
al cuerpo de cualquier viajero errante,
que no lo cubriera su manto.

El orgulloso caballero,
continuó con su avance,
y a pocos metros,
descubrió a una rosa rebosante.

Sin haberlo pensado,
atacó sin mayor cuidado,
y los pétalos volaron,
y el aroma se acabó.

Lloró entonces el Sol,
ladraron esa noche los perros,
se separaron los amantes
y murieron los sueños.

El caballero o el ladrón,
quizás el tonto o supuesto bonachón,
cayó al piso en un sueño arrebatador.

Lorró y lloró,
mas su pecado en carne pagó
y la luna y el cielo,
vieron el castigo ejemplar,
que los ríos y las nubes,
llamaron desde el mar.

Y miró a su padre y a su madre,
y les rogó y les lloró;
el primero se fue, pues nunca estuvo,
siempre tuvo las manos sucias y carecía de luz;
la dama se tiñó de negro
y en su luto pereció,
era preciada y de lustre,
mas el tiempo la pervirtió.

Y ambos le mostraron al caballero,
la cruda realidad que el mismo sembró.

Mató a la Ilusión,
cuya risa no alumbrará la penumbra,
que la Desesperanza tejerá,
como araña traicionera, así envenenará.

Cortó los pétalos del amor,
cuyo aroma vida da,
al rico y al pobre, la esperanza ya no los unirá.

Así termina este canto,
y con él, este final,
que causó algo bueno,
mas que terminó mal,
pues es un hombre el que siembra,
y en su siembra siempre está
lo que no se debería de sembrar.

He aquí el canto a ti,
ambiciosa diosa: Perfección.



Con esto doy inicio y fin a esta apertura del baúl de los recuerdos.


Saludos!

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